MITOS Y VERDADES DE
LA INICIACIÓN ACUÁTICA PARA BEBÉS
MATRONATACIÓN: “LOS BEBÉS NADADORES EXISTEN”
Autora:
Dra. Patricia Cirigliano
Directora de la Primera Escuela Argentina de Natación para
Bebés
www.matronatacion.com.ar
Si el aprendizaje se entiende
como un “continuo”...tiene sentido hablar de los bebés
nadadores.
La difusión no científica acerca de la actividad
de los bebés en el agua ha impulsado un frondoso cuerpo
de creencias si no totalmente erróneas, al menos confusas.
La televisión y la prensa gráfica sobre todo, han
generado una cantidad importante de noticias sobre "los bebés
nadadores", "los bebés delfín", "los
bebés anfibios", "los bebés de la era
de Acuario", "los bebés nacidos bajo el agua",
"los bebés nadan antes de caminar", "los
bebés acuanautas", etc. Puede generalizarse que novedades
al respecto han aparecido en todo el mundo. En todos los idiomas
hemos leído, visto y escuchado acerca de proezas extraordinarias
y encantadores protagonistas. Mucho más arduo ha sido llegar
hasta los fundamentos, conocer sobre los métodos y participar
o presenciar las experiencias que el ardor periodístico
trataba entusiasta y superficialmente. El gran público
no ha logrado establecer diferencias entre "los bebés
nadadores" y tanto menos entre los métodos. Sin embargo,
una red de prejuicios ha sido tejida a partir de aquella información,
mezclada e incompleta. En las páginas que siguen intentaré
reubicar en la conceptualización que considero correcta
algunas expresiones frecuentes. Un párrafo aparte merece
la confusión menos aceptable en referencia a la prohibición
pediátrica de sumergir a los niños menores de cuatro
años, cuando se habla en general, desconociendo la procedencia
de tal prohibición, que existió para los EE.UU.
y fue dispuesta por la Academia Americana de Pediatría,
en 1986. La continuada acción de distintas escuelas en
el mundo ha logrado clarificar algunos aspectos, pero la vigencia
de metodologías extremadamente diferentes añadió
también confusión. Algunas de estas cuestiones de
apariencia trivial y denso contenido latente son las que mencionaré.
1) "Los bebés no pueden aprender
a nadar porque son demasiado pequeños."
Persiste la ignorancia respecto de la potencialidad de aprendizaje
del ser humano en las primeras etapas de su vida. Recordamos la
expresión de Amold Gesell: "El recién nacido
es un viejo sabio al nacer". La herencia filogenética
hace sentir su impronta desde la primera actividad vital fuera
del paraíso uterino. A partir de entonces, las propuestas
naturales del medio ambiente y la interacción con los otros
seres y los objetos irán prestando la articulación
necesaria para el extraordinario desenvolvimiento que el ser humano
realiza durante los cinco primeros años de su vida. Sin
contar siquiera con experiencias organizadas sistemáticamente,
la adquisición de las posturas típicas de la especie
y de las habilidades que integren la psicomotricidad de base es
un logro de magnitud que contradice la prejuiciosa opinión
que caracteriza al bebé como un ser débil, incapaz
y dependiente, más allá de las reales pautas evolutivas.
El bebé humano ha demostrado la superlativa cualidad de
resistencia a pesar de la hostilidad del medio ambiente, y la
calidad del esfuerzo de supervivencia de los lactantes agredidos
por el medio no deja de llamar la atención científica,
y la medicina misma concluye por aceptar que no es otra cosa que
la expresión de la "fuerza de la vida".
La confianza en la inteligencia de los pequeños es decisiva
para formar opinión sobre esta importante cuestión.
Si se considera, como nosotros lo hacemos, que los bebés
son capaces desde el principio de aprender de los datos que les
brindan su percepción y propioceptividad, a la vez que
decodifican crecientemente los símbolos lingüísticos,
se entenderá por qué son innecesarias las inmersiones
repetidas, las clases diarias o prolongadas y al cabo la estimulación
prolongada.
El niño llegará a desenvolverse en el agua a partir
del dominio respiratorio básico.
Experiencias graduadas y oportunas, facilitadas siempre por medio
del juego, dotarán a los pequeños de ese control
que es la llave que abre la puerta para el resto de las habilidades
acuáticas.
2) "Los infantes no pueden aprender
la técnica respiratoria y de los movimientos."
Durante los primeros meses de vida, y a través del aprendizaje,
los infantes aprenderán a metabolizar útilmente
la valiosa información que recibe su cuerpecito inmerso
en el agua. La experiencia ajustará sus movimientos más
eficaces y hará dejar de lado aquellos que no convienen
a los objetivos que determinan su traslación.
La conducta respiratoria es rápidamente asimilada por los
más pequeños, con independencia de la conservación
del "reflejo de glotis".
Sólo tres inmersiones instantáneas en cada clase,
a un ritmo de dos oportunidades semanales, son necesarias para
que el niño incorpore el control adaptativo de los respectivos
cambios agua-aire.
En nuestra metodología nada interesa tanto como no apurarse
mientras se busca este logro. Esto es importante, por ser la primera
conquista que se afirmará, adaptándose a nuevas
piscinas, profundidades, distancias y duraciones. El niño
que domina el control del aire respirado (su entrada, su expulsión)
jugará en el agua cada vez más libremente. La variación
en los juegos le demostrará que su capacidad aumenta y
su interés por las propuestas e indicaciones técnicas
será paralelo al placer que le despierta el probarse a
sí mismo. Referirse a lo técnico en la edad temprana
no debe confundir. Hablamos de técnica cuando explicamos
a un bebé de pocos meses que iremos bajo el agua con un
ritmo de movimiento determinado. También cuando le pedimos
que baje su cabeza o comience la inmersión hundiendo su
nariz.
Es técnica la indicación que marca una elevación
de brazos al zambullir o la de colocar los dedos de los pies en
el borde de la piscina. Y es técnica toda realización
que se acerque a la mejor forma humana de las realizaciones acuodinámicas.
La biomecánica no debe ser "antinatural".
El bebé, -como los niños pequeños en general-,
es detallista. Le interesa la aclaración mínima
y repara en diferencias y similitudes que el adulto pasa por alto.
Allí comienza el aprendizaje de la técnica, es decir,
de lo útil. Al cabo de lo eficaz.
Ahondando en el estudio se descubre que hay razones evolutivas
que nos hacen comprender y esperar conductas de este tipo. El
niño posee la capacidad de captar el fenómeno en
parcialidades significativas para él y en eso se parece
al adulto analítico que destaca los puntos fundamentales.
3) "Los bebés
aprenden pero se olvidan”.
Esta suele ser una afirmación tan rotunda como equivocada,
al menos en referencia a nuestras pautas metodológicas
que se apoyan en el aprendizaje superior.
Es posible que aquellos sistemas cuyos métodos propician
la ejercitación de conductas condicionadas pierdan rápidamente
los éxitos iniciales (la flotación, algunos movimientos)
al imponerse la ley fisiológica, que desactiva la conducta
refleja si no es constantemente realimentada. No es nuestro caso.
Los bebés son capaces de recordar todo aquello que es psicológicamente
significativo. Son capaces, también, de integrar sus acciones
a patrones de movimiento cada vez más complejos, en la
medida de que sus conductas responden a aprendizajes molares o
totalizadores. No se trata de una vana afirmación. Desde
1960 hemos realizado centenares de comprobaciones como seguimiento,
que arrojan el resultado incontestable de la vigencia del aprendizaje
inicial en los logros actualizados por el crecimiento y desarrollo.
Es decir, el incremento en la cantidad y calidad de lo aprendido.
En cuanto a la raíz psicológica de los recuerdos
tempranos e inclusive de la vida fetal, el psicoanálisis
ortodoxo y las disciplinas de él desprendidas dan cuenta
de ello.
4) "Los niños que aprenden
desde pequeños después no pueden aprender a nadar
con técnica o estilo."
Recurrimos otra vez a la contundente exposición de la experiencia.
Los bebés nadadores (y esto es una premisa metodológica
en nuestra enseñanza) responden solamente a aquellas conductas
acuáticas que les son útiles para moverse y avanzar
fácilmente. Los bebés son, en adelante, eficientes
nadadores, en el sentido que la fisiología concede a la
acción eficaz, es decir, un mínimo de gasto energético
para un máximo rendimiento en el logro de la acción.
Los lineamientos de la biomecánica acuática no hacen
sino descubrir los puntos de apoyo, las palancas, los recorridos
del cuerpo humano en su totalidad y de sus segmentos para controlar
las fuerzas y la resistencia del agua.
En nuestra investigación, aquellas mecánicas que
los estudios encuentran eficaces en la definición de los
estilos, concuerdan, no casualmente, con las formas de traslación
que los bebés adoptan naturalmente; así, el eje
de flotación de las distintas posiciones, la forma de zambullirse,
la brazada con doble palanca (brazo quebrado) y el batido de las
piernas en la forma de crol. La acción de nadar es, en
estos niños, suelta, armónica en el equilibrio respiratorio
agua-aire.
5) "Es demasiada exigencia para un
niño pequeño."
Es muy posible que esto surja del conocimiento de métodos
que colocan al niño en situaciones de riesgo y displacer
en contextos de características agresivas. Sabemos que
se intentan ejercitaciones que siguen objetivos diferentes de
los nuestros y se basan en una aproximación también
distinta hacia la familia. Las pautas de evolución generan
un límite preciso para la adquisición de la habilidad
psicomotriz: es el límite que marca la capacidad interna
(cuyo umbral fisiológico depende de la maduración
o "competencia") para asimilar la estimulación
del medio ambiente. Si los estímulos exceden la "competencia",
la asimilación y la posterior acomodación (aquí
seguimos la teoría de Jean Piaget) no se producen o en
todo caso lo hacen defectuosamente. Por otra parte, en las edades
tempranas, el término exigencia sólo puede ser comprendido
desde la compulsión afectiva y no encuentro la forma de
hacer compatible la tarea docente y esa forma de extorsión
como recurso metodológico.
Cuando los niños son algo mayores, la exigencia puede ser
vehiculizada en los términos de premio-castigo porque el
grado de socialización y nivel intelectual lo permiten.
Pero en la edad temprana no puede hablarse de exigencia sin que
esta implique, además, una reacción de orden físico.
Nuestra concepción del proceso de: enseñanza-aprendizaje,
excluye drásticamente la exigencia. Ella implica la distorsión
de los objetivos, la ausencia de respeto hacia el niño
como persona y la ignorancia de algunos aspectos teóricos
fundamentales.
Las actuales teorías del aprendizaje determinan con claridad
la influencia del placer en la adquisición del logro intelectual
y psicomotriz. Un aprendizaje sin placer es, pues, poco duradero
y escasamente activo cuando posteriormente el ex alumno puede
elegir entre ejecutar la actividad o desecharla. Sin embargo,
en nuestra metodología, la adquisición de las habilidades
acuáticas se concibe únicamente en un contexto de
amor y juego donde los padres aportan la compañía
afectiva indispensable e irremplazable.
Las habilidades acuáticas representan, una vez adquiridas,
un incremento en el nivel de la seguridad personal y de las reacciones
positivas que hacen a la supervivencia, pero a este resultado
debe llegarse sin quebrar los principios pedagógicos que
rigen la educación física para la primera infancia.
6) "Los bebés y los niños
pequeños, ensucian las piscinas pues no controlan los esfínteres
y vomitan."
Es este un punto en extremo delicado. Los mejores equipos de filtrado
de agua no son suficientes si las afirmaciones a las que nos referimos
son verdaderas.
Sabemos por comunicación personal de otros especialistas
del mundo y por sus escritos que los pequeños se descontrolan
y, por lo mismo, se convierten en concurrentes indeseables en
las piletas o son obligados a vestir mallas de baño con
elástico con la finalidad de que no ensucien el agua. En
cuanto a los vómitos, estos surgen después de accesos
de llanto o gritos prolongados.
Nuestra hipótesis se dirige a considerar que tanto la defecación
como los vómitos y llantos son respuestas fisiológicas
que expresan desde la disconformidad hasta el rechazo contundente.
Una vez más debo referirme a la vertiente psico-afectiva,
y una vez más debo insistir en las bases de la metodología
que se emplea para iniciar al niño en la actividad acuática.
Consideramos un error metodológico grave el separar a los
niños de sus padres durante las clases, poseer una visión
parcializada de los objetivos, ignorar la totalidad humana y privilegiar
el logro físico como finalidad, desmereciendo simultáneamente
los pasos intermedios dictados como propuestas. No me sorprende
que las fallas pedagógicas en la enseñanza precoz
generen reacciones orgánicas claras, porque el niño
pequeño tiene, aún, la libertad y la espontaneidad
no socializadas que le posibilitan el exponer brutalmente la muestra
de haber sido agredido. Los bebés son capaces de controlar
esfínteres en el agua, quizá porque diferencian
perceptualmente el medio acuático del aéreo o tal
vez porque, como opinan los pediatras, no tienen aún la
fuerza para desalojar los contenidos contra la presión
del agua. Los niños capaces de controlar fuera del agua
pueden, en cambio, orinar en ella, por lo que se les deberá
enseñar a no hacerlo. Nuestra experiencia nos permite asegurar
que los niños que han practicado la matronatación
controlan sus esfínteres en forma espontánea, sin
mediar la tradicional educación de bacinilla, muchas veces
antes de lo esperado.
7) "Fuera de las condiciones óptimas
del aprendizaje (compañía de los padres, agua cálida,
juguetes), en caso de accidente los niños no emplean los
recursos que conocen."
Esta es otra afirmación sin veracidad. En algunos casos
dramáticos, como lo son naufragios o caídas al agua
por empuje de terceros, los bebés han reaccionado con todos
sus recursos de supervivencia, y así lo atestiguan los
relatos que nos han transferido sus padres. Estas conductas no
son ajenas a las esperables, puesto que las acciones que se ejercitan
en el instante de una emergencia en que corre peligro la vida
son aquellas de las cuales dispone el sujeto debidamente incorporadas
a su "background". Así como no puede entenderse
el juego si no se dispone de los elementos, del mismo modo nadie
puede encontrar las soluciones psicomotoras para un acto de supervivencia
si carece de los patrones que intervienen en esa nueva conducta.
Si los tiene, por el contrario, los usará. Sin embargo,
estas reacciones deben ser acompañadas de pronto auxilio
por parte del adulto. Es obvio que la capacidad cardio-respiratoria
del bebé pone un límite a su capacidad de autonomía
en el agua, que se amplía en los casos en que el niño
tenga algún borde o material del cual asirse mientras espera
auxilio.
8) "La búsqueda del campeón."
Los padres y profesores buscan en los bebés precoces el
futuro rendimiento de un campeón. Sostenemos rigurosamente
que es la conformación biofisiológica de un individuo
lo que define su potencialidad para el alto rendimiento. Esta
es una enseñanza de las ciencias médicas y no un
postulado vulgar. No dudamos que un nadador precoz tenga la eficiencia
y la soltura necesarias que, acompañadas de un biotipo
adecuado, constituye la mejor base para un futuro campeón.
Faltan, sin duda, otros factores de semejante importancia, como
lo son la inclinación personal por el deporte y la oportunidad
y calidad del entrenamiento. Si se brindan todas estas condiciones
tendríamos a la vez un nadador temprano y un campeón.
Pero en cientos y miles de oportunidades solamente tenemos un
nadador temprano y un amante del deporte y el agua.
El niño no domina aún la actividad mental que permite
captar la totalidad y también el detalle. No puede aún
analizar y sintetizar con la fluidez que logrará con la
edad. Si el aprendizaje se estima como un continuo, tiene sentido
hablar de la natación para bebés. Están en
camino los ajustes perceptibles y la lógica causal. La
coherencia y oportunidad de las explicaciones de los adultos lo
ayudarán a comprender. La confianza en la inteligencia
de los pequeños es decisiva para formar opinión
sobre esta importante cuestión. La adquisición de
las nociones de tiempo y espacio se favorecen enormemente con
el ejercicio de las acciones a las que acompaña la verbalización
atinada del adulto. En gran cantidad de ocasiones se nos expresa
que los niños no comprenden aun. Es la conducta de esos
mismos niños la que responde por nosotros. Cuando hablamos
al bebé explicándole, él sólo puede
mirarnos y sonreír o balbucear un poco. Cuando a continuación
hace lo que le sugerimos o logra lo que antes no podía,
la incredulidad de los demás se transforma en entusiasmo.
Eso no es todo. La vida familiar se modifica después de
estas experiencias y el modo de dirigirse al pequeño cambiará
radicalmente. En efecto, la familia "comprende que los bebés
comprenden".
9) "Los bebés lloran y le toman
miedo al agua."
En matronatación el aprendizaje es muy placentero para
toda la familia; los bebés no tienen nada que temer y por
tanto no lloran. El juego está presente en toda la experiencia
y en la filosofía de trabajo expresada en el lema que nos
acompaña desde el inicio de la actividad: "A nadar
se aprende jugando". Sin embargo, en otros países
y con otros métodos agresivos o prácticas, los bebés,
lamentablemente lloran mucho, angustiosamente y sienten miedo.
Fue ese reclamo comunicacional el que ha encendido el deseo de
redactar este escrito.